Conocé a Jesús

¿Quién es Jesús?

Jesús no fue un líder más, ni un profeta entre tantos. Él es Dios hecho carne.

Jesús no fue un líder más, ni un profeta entre tantos. Él es Dios hecho carne. Nació de una virgen, vivió sin pecado, y caminó entre nosotros mostrando quién es el Padre. No vino a fundar una religión, vino a traer vida a los muertos, luz a los ciegos y verdad a un mundo extraviado.

Jesús no vino a mejorar tu vida. Vino a darte una vida nueva.

Él dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie viene al Padre sino por mí”. No hay otro camino. No hay atajos. No hay salvación fuera de Él.

Jesús no vino por los justos, sino por los perdidos. No vino por los sanos, sino por los enfermos. Si te sentís vacío, lejos, confundido, Él te está buscando. Él ya pagó tu rescate. Con su sangre, compró tu perdón. Con su muerte, quebró el poder del pecado. Con su resurrección, abrió la puerta para que tengas vida eterna.

Jesús no quiere que sepas de Él. Quiere vivir en vos.

No se trata de asistir a una iglesia, ni de cambiar hábitos para parecer bueno. Se trata de morir al viejo yo y nacer de nuevo. Él no vino a reformar al pecador: vino a crucificarlo… y a resucitar en su lugar una nueva criatura.

Jesús es más que un personaje histórico. Es el Señor. El Hijo amado del Padre. El Cordero sin mancha. El Rey que vuelve. Y aunque muchos lo rechazan, Él sigue tocando corazones con amor eterno.

Hoy, Jesús no te ofrece una idea, te ofrece Su vida.

Si estás leyendo esto, no es casualidad. Él te está llamando. No a una emoción, ni a una experiencia. Te llama a rendirte, a entregarte, a reconocer que solo en Él hay salvación.

No importa lo que hiciste. Jesús no vino a condenarte, sino a salvarte. Y si hoy creés en Él con todo tu corazón, y lo confesás como tu Señor, serás salvo.

¿Quién es Jesús?
Jesús es Dios hecho hombre,
que descendió del cielo para cargar tus pecados,
y resucitó para darte vida eterna en Él.

Hoy podes rendirle tu vida, sin excusas, sin máscaras.
No se trata de repetir palabras, sino de creer de verdad y renunciar a tu viejo yo.
Si estás dispuesto a dejar que Él gobierne tu vida, hablale con sinceridad:

Señor Jesús,
reconozco que estoy perdido sin Vos.
Moriste por mí y resucitaste.
Me arrepiento de mis pecados.
Renuncio a mi orgullo, a mi voluntad, a mi vieja vida.
Te entrego el trono de mi corazón.
Viví en mí.
Haceme una nueva criatura.
Desde hoy, soy Tuyo. Amén.